1. Derrite la levadura en agua templada.
2. Echa la harina en un bol y mézclala con el agua añadiéndola poco a poco.
3. Añade el azúcar y el aceite y amasa todo con las manos y mucho amor durante 10 minutos. Después echa la sal y amasa por un minuto más hasta que sea elástica y homogénea.
4. Deja la masa reposar durante 6 horas cubierto con un trapo de algodón húmedo hasta que haya doblado su volumen y después ponla en la nevera durante 30 horas.
5. Sácala de la nevera, dóblala (*) y divídela en cuatros partes. Ponlas en una bandeja, echa un poco de harina encima de las bolas y cúbrelas con film plástico. Deja las bolas así durante 5 horas.
6. Precalienta el horno a 250 °C. Estira una bola, ponla en la bandeja del horno y añade tus ingredientes favoritos. Deja la pizza en el tercio inferior del horno hasta que la corteza haya dorado y el queso se haya fundido.
(*) DOBLAJE DE LA MASA: estira un lado de la masa arriba hasta que no puedes más sin romperla y coloca la parte estirada sobre el resto de la bola. Repite por los cuatros lados de la bola.